«Antes me quejaba de no tener zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía piés»

viernes, 29 de octubre de 2010

La chinchintora

Hay en los montes de mi país una culebra llamada chinchintora o zumbadora, su nombre deriva del zumbido que produce cuando ataca o se defiende lanzando golpes como un latigo. En verdad, no es venenosa, se alimenta de frutas maduras de los mismos árboles donde habita.

La chinchintora es de tamaño mediano, delgado látigo de color verdoso, vive en los árboles y se confunde con los bejucos. Es una culebra que sólo pelea cuando es atacada y lo hace hasta vencer o morir. Hipnotiza con sus ojillos de fuego. Furiosa nadie la detiene y puede matar a un buey o a una persona con sus golpes. Deja grandes bubas en la piel y la victima muere poco a poco, adelgazándose hasta quedar apenas sus huesos; la víctima se enjuta, envejece de la noche a la mañana.

Los campesinos de mi país, que conocen la valentía de la chinchintora, descubrieron que el agotamiento, producto de la pelea o quizás la furia, la hace echar una piedra azul. Si vence a su contendiente vuelve a tragarse la piedra y se va.

Es una piedra aplanada, de color gris marino, dos pulgadas cuadradas por lo ancho y un centímetro de grueso. Ante el sol brilla tanto que ella misma se desgasta en resplandor, por eso quien la posea debe conservarla envuelta en un pañuelo para que no se escape su luz. Pocos campesinos han visto esa piedra, quien la tiene no la muestra ni hace gala de su posesión para que no le sea robada.

Pero el gran descubrimiento que los campesinos hicieron sobre la zumbadora o chinchintora es que al ser vencida de igual a igual en la pelea, abandona la piedra y se la deja al triunfador. El poseedor de la piedra se vuelve invencible. Una vez derrotada hay que burlarse, someterla, demostrar que el vencedor merece la piedra y no ella. La burla consiste en cantarle esta canción:

"Te pongo el pie culebra y no me haces nada culebra".

Si la persona baila moviendo la cadera y repitiendo la letra, es mejor pues la culebra se pone rabiosa y echa la piedra. Acto seguido se le debe poner el pie en la cabeza para demostrarle que el poder ha pasado a nuevas manos. No es fácil derrotarla ni hay mucha gente que se atreva, pero en tantos años muchos campesinos cargan esa piedra, pues los padres la heredan a sus hijos con la condición que sólo la
ocupen para la defensa.

Hay que aclarar que la chinchintora no se tiene que matar para que el amuleto no pierda su fuerza. Por eso se afirma de una persona que no se amilana ante el peligro, que es brava como una chichintora. Si se
quiere tener la piedra azul hay que arriesgarse pues el reptil podría salir triunfante, no hay empates, es la única alternativa, triunfar o perecer. Además, hay que salir en su búsqueda a los bosques y volcanes gritándole:

"Chinchintora, si sos valiente veni y pelea que te llegó la hora".

El valiente no debe llevar ningún arma, solamente un tabaco que le permite confundirla creyendo que se trata de un tercer ojo, haciéndole difícil hipnotizar a su contrincante. La brasa del tabaco la confunde, neutraliza su poder hipnótico. En todo caso el hombre debe pelear sin armas, mano a mano, de igual a igual.

Una vez que se oye el zumbido, e! campesino sabe que la culebra ha aceptado el reto. Comienza a buscarla y a provocarla:

"Chinchintora, si sos valiente/no te portes como una lora".

La culebra se tira del árbol y se va acercando. El zumbido puede interpretarse con estas palabras: "Soy la chinchintora, ¿quién dice que me llegó la hora y que parezco una lora?".

El campesino entonces, una vez percibida la presencia cercana, debe encender el tabaco y quitarse la camisa, que le sirve de defensa, y sigue cantando con burla: "Esas miradas para mí no son,/ojos de sapo en la polvazón"; sin dejar de bailar para que la zumbadora se ponga furiosa y se confirme la verdad mundial: el que se enoja pierde. Las personas de sangre fría tienen ventaja para vencer.

La clave es demostrar valor y agilidad para evadir los golpes de la chinchintora. Luego retirarse triunfante con la piedra en el bolsillo y entonando la canción: 'Te pongo el pie culebra/y no me haces nada culebra".

Tomado del libro: "Siglo de O(g)ro" de Manlio Argueta .
Actual director de la Biblioteca Nacional de El Salvador

1 comentario:

  1. Excelente Publicación, me hizo recordar mi infancia (1978), cuando mi bisabuela me contaba las historias de la chichintora, en aquel entonces creía que era solo una invención de mi bisabuela, pero si que hacia volar mi imaginación.

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