«Antes me quejaba de no tener zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía piés»

jueves, 9 de septiembre de 2010

Catálogo femenino -Por Hernán Casciari

Hace diez años concluí un estudio que me llevó décadas de desvelos y búsquedas. Una aventura sociológica que me quitó el aliento y me dejó al borde del fracaso académico. Pero lo he logrado y ahora puedo revelarle al mundo una verdad necesaria. ¡Señoras y señores! Sólo existen —según mi completo trabajo de campo— nueve diferentes tipos de mujeres sobre la faz de la Tierra. Nada más que nueve, amigos míos, y cada especie es diferente, indisoluble y única. Me enorgullece presentar hoy, en exclusiva para este medio de prensa, el análisis detallado de mis estudios: el definitivo catálogo femenino universal.

• Tipología Nº 1
Las que aparecen en las revistas

Esta especie ha sido confeccionada con el material impalpable de las ilusiones. Constituyen, gracias a un resorte del marketing, los parámetros de la moda: todas las demás tipologías femeninas sufren —intentándolo— no poder ser como ellas.

Para los hombres de a pie este género es un holograma: podemos verlas, pero no tocarlas. Nunca están en la calle, jamás nos topamos de frente con esta raza. He desarrollado la siguiente teoría: esta especie se suicida diez minutos después de sacarse la foto que ilustrará la contratapa de las revistas.

He visto algunos exponentes de esta raza caminando por Gorlero, en el verano de Punta del Este, aunque muy bien pude haberlo soñado. Ocupan el 0,4% del total de mujeres del mundo y no merecen mayores estudios de campo.

• Tipología Nº 2
Las muy Impactantes Hasta Que

El hábitat natural de esta raza son los reductos bailables, las galas y los estrenos del espectáculo; se las ve también paseándose por la zona céntrica de las capitales, siempre de noche.

A cierta distancia (digamos que a cinco metros) pueden parecerle —a los científicos novatos— mujeres hermosas del tipo nº 3 o el tipo nº 9. ¡Pero no lo son! Provocan este espejismo con accesorios cosméticos y artilugios de audacia: peinados salvajes y kilos de pintura facial crean la ilusión óptica, junto a la poca luz, de aquello que natura no les dio. Para conocer el verdadero rictus de esta especie, primero hay que hojear el manual de Avon.

Para subrayar su poder camaleónico, suelen utilizar vestidos negros ceñidos al cuerpo, con escotes alarmantes y faldas brevísimas, como incitando a mostrar, en un juego histérico, atributos que no poseen. Esta especie existe porque existen hombres ingenuos que sospechan ver bustos turgentes cuando sólo ven escotes, y creen vislumbrar piernas firmes cuando únicamente observan el berretín de una mínima falda.

Como el nombre lo indica, esta tipología femenina es impactante, hasta que se encienden las luces o se hace el día; o hasta que caen, buchones, los breteles que sostenían el telón de su pobreza. Cargan con el 11,6% de la raza femenina, y son un lastre. Carnada para ingenuos y trasnochados.

• Tipología Nº 3
Las Bellezas Parciales

Es la antípoda del género anterior. Nos referimos en este ítem a una especie de fémina que no dice nada, hasta que ¡zácate! Se las encuentra en fiestas, vernisagges y confiterías —preferentemente—, pero también en cualquier sitio al que concurra gente de bien. Hay estudios de campo que han topado con ellas incluso en bibliotecas y centros de salud.

Sólo es menester ser detallistas y cargarse de paciencia para descubrir un especimen. Siempre están en grupo de amistades y, a simple vista, son tipología "Norma General" (véase ítem nº 5). Es decir: parecen el híbrido producto de la mediocridad. Hasta que las sorprendemos en un gesto, una mueca irónica, una manera de reír o de colocar las manos; hasta que les descubrimos un perfil que las favorece, o una forma —cierta velada forma— de fumar o echar el humo, o hasta que nos recuerda vagamente a un pájaro azul de nuestra infancia; o hasta que dice algo sutil que sólo nosotros comprendemos, o hasta que directamente empieza a llover y ella se convierte en otra con el pelo empapado.

Es especie que posee, secretamente, un atractivo parcial que ensombrece sus demás vulgaridades. Es una raza últimamente fácil de hallar (pues, ¡ay!, han aprendido a fingir esta técnica ciertas damas del ítem nº 4). Se llevan un 2% redondo del total.

Advertencia: las que fingen tan hondo milagro (las más, lamentablemente) son víboras ponzoñosas que apuntan su arsenal perverso a la vislumbrada ilusión del varón inocente. Carnada para perceptivos. Es el castigo que le impone la prudencia a los hombres que sospechan ver mejor abajo del agua.

• Tipología Nº 4
Las Hijas de la Vorágine

(También llamadas Modernas, Posmodernas y demás neologismos muy en boga.) Hasta ayer habían pertenecido —con mayor o menor suerte— a cualquier tipología, pero hoy se han creído el mito del cambio de siglo y se han convertido a ciertos modismos estrafalarios.

Algunas son feministas de avanzada y compran la revista "Ne cuissine pas", donde leen artículos de avanzada. Otras se han subido al tren de la new—age, besan las piedras, hablan con los muebles, comen raíces de abeto y se pasan la mañana escribiendo gansadas en el espejo del placard. Otras han hecho suyas las teorías de la meditación trascendental, el yoga, la pirámide, la eutonía, y leen libros de Sai Baba y preguntan en las agencias qué tanto cuesta el tour a la India y en cuántas cuotas podría el marido pagarlo. Otras directamente se reciben de psicólogas, y solucionan todo con la frase "estoy somatizando". Las menos se convierten en intelectuales feministas, que es como poner la luz de giro para un lado y doblar para el otro.

Las casadas se separan, las solteras buscan experiencias que les conmuevan el útero y las divorciadas trocan a lésbicas. Son un satánico 6,66% de la población femenina y, gracias a un supuesto progreso socialdemócrata, están fatalmente en alza.

• Tipología Nº 5
Las Norma General

Bajo esta raza convive la gran mayoría visible y disponible del mercado. Mujeres de zapato negro taco corto, pulóver azul punto arroz, cartera de oferta y peinado de peluquería de barrio. El tópico; la media. El promedio. Lo híbrido. En la balanza de la vida, causan menos placeres que modorra. Es lo oficial, lo legítimo, lo falto de aventura y condimento, lo impuesto, lo que queda de pan duro al final del canasto cuando ya todos se han llevado las figazas calentitas.

Esta especie es bondadosa y resignada a su condición. Su máximo anhelo es estudiar para maestra jardinera y casarse a tiempo. Podrían ser tranquilamente "Bellezas Parciales" (tipología nº 3), pero están tan ansiosas por que no les atrase el reloj de la vida, que ponen toda la carne en el asador: no guardan secretos para más tarde. Su mediocridad es hija de la falta absoluta de misterio.

Son un enorme 42,5% de la totalidad y sólo producirán —a quienes siembren en ellas la semilla de la pasión— una triste cosecha de aburrimientos, frases hechas y milanesas aceitosas.

• Tipología Nº 6
Las Feas o Asimétricas

Especie muy vapuleada por esteticistas y quisquillosos, este género cargado de narices gancho, dientes torcidos, adiposidades o labios leporinos es, paradojalmente, una tierra fértil para la siembra de la tranquilidad varonil. Sus grandes ventajas están ocultas: suelen ser madres ejemplares, ceban magistralmente el mate amargo, equilibran su mal ver con dosis sinceras de simpatía, y nunca habrá un tercero que desee sobrevolar el nido en que se cobijan.

Sus grandes desventajas, en lugar de ocultas, están lamentablemente a la vista y constituyen su afrenta. Cargan con un pretencioso 20,5% de la población de féminas, decreciendo el porcentual los fines de semana, a causa de que algunas se visten de negro y se transforman en tipología nº 2, a fuerza de escote prometedor o máscara de rouge.

• Tipología Nº 7
Las Vedadas por Norma Ética

Este grupo difiere su enfoque conforme sea alta o baja la moral de quien estudie este catálogo. Inmiscuye a todas las mujeres que no deben mirarse con ojos desnudadores, a riesgo de caer en perversión, incesto, apología del estupro y demás ramas de la herejía o el epicureísmo.

Integran la lista: las viejas, las monjas de clausura, las enfermeras voluntarias que han sido picadas por la viruela, las infantes y preadolescentes, las directoras de colegios primarios, la hermana y la madre de uno. Forman, todas ellas, un 4,4% intocable de la población.

Advertencia útil: no entran en la lista antedicha las que —aún faltando a la moral judeocristiana— son deseadas a soslayo y de reojo, a saber: las primas carnales, las cuñadas (hermanas menores de la mujer propia), las mujeres de los amigos, las modelos de doce años y las ancianas con gran poder adquisitivo.

• Tipología Nº 8
Las Tetonas

Esta especie puede pertenecer antropológicamente a cualquiera de las restantes tipologías (feas, modernas, vedadas, parciales, etcétera), pero ha desarrollado un argumento al norte de la osamenta que nos obliga a recatalogarlas.

La mujer de pechos grandes opaca, gracias a esta virtud, cualquier desajuste de cuerpo o espíritu anterior, y lo hunde en el olvido. La dama de voluptuosidad pectoral realza, sólo por esto, sus otras ventajas menores dándoles rango de deslumbre y categoría de magia.

Los hombres, arrodillados ante la prueba fatal de estas turgencias, dejan de lado cualquier preconcepto, cualquier juicio anterior, y acceden a la contemplación boquiabiertos. Para ella, sin embargo, esta facilidad de generar la baba masculina se torna en algún momento problemática, pues descubre que a nadie le importa lo fundamental, la esencia de su espíritu, sino únicamente su par y elástico juguete. Por eso, a la larga, la tetona se torna hosca y resentida del hombre, al igual que el petiso se resiente con el resto de la humanidad a causa de su estatura.

Hay que saber aprovechar de esta raza voluptuosa las primeras y más jugosas temporadas. A Dios gracia, y para algarabía de la cuenca de la mano varonil, hay un 11% de esta esponjosa tipología con yapa de carne.

• Tipología Nº 9
Las Rara Avis

Especie en alarmate extinción. Aguja de oro en las cotidianos pajares de la vulgaridad. Como toda perfección, este género se torna inexplicable. Es mujer no visible para los espíritus torpes y gruesos, no la saben ver los ojos moldeados en los prototipos estéticos actuales, ni la paladean los varones acostumbrados al gusto mundano de las hembras—yegua.

La especie "Rara Avis" no centra su potencial de arrolladora belleza de cuerpo y espíritu en los parámetros con que suelen medirse estas dotes. Un personal y hermético código las envuelve. Una caja fuerte de clave única y desconocida que, al ser por fin violada, hace crecer en el hombre el alma delincuente que anidaba dormida.

Ellas son individuales y monocelulares, a pesar de lo que imponga Christian Dior, a pesar de los mandatos europeos de la cosmética y el buen ver. Se ponen lo que les viene en gana y piensan lo que les dicta el alma. Su escudo es la sobriedad y sus rostros, escasos de pompa y pompón, muestran la serenidad apacible de las que han sabido amalgamar una antigua sabiduría con un misterio excitante. Parecen venir de un siglo pasado o futuro y, en lugar de caminar las calles, ellas, fragantes, las flotan.

Son la última especie acunada en este completísimo catálogo y ocupan, para tristeza de los hombres que buscamos el paraíso en la tierra, un inhallable 0,01% de la población femenina. Sólo una mujer de cada diez mil carga con estas virtudes angélicas.

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